lunes, 2 de septiembre de 2013

FAX Y PERSONAJES


Por JOR

3ra de cuatro partes

…quesadillas de Armando. Valeria. María la chichona, doña Elvira o de Irene la taquera.

La luz se apagaba a las 11 de la noche y previo a esto, se daban tres apagones y al tercero se iba definitivamente la luz. Todo mundo traía su foco de dos pilas por si la obscuridad le agarraba en la calle, a la vez que servía de arma contra los perros callejeros. Las amas de casa, arreglaban el uniforme que los niños llevarían al otro día a la escuela real, cuya dirección bastante tiempo estuvo a cargo de la profesora Elvira; Tres eran las escuelas particulares, la de doña Benita, la de doña Francisquita del Moral ( muy  rígida por cierto) y la de los niños pudientes ( léase popis), de  la señorita Herlinda Ramos. Luego se fundó la escuela parroquial del Club Rosas de Otoño” bajo la batuta de la catedrática Margarita Ojeda y finalmente la escuelita de la seño Tere. A la iglesia se iba a esperar a la novia bajo los arbolitos de trueno, mientras “Chanito” el sacristán tocaba las campanas.

Los paseos eran del río a la playa o a los huertos de don “Quitito” o de  don “cobito” o a cualquier huerta de coco, con excepción de la de don Cleto Orbe, porque sus cocos estaban simples. La salud de los tecpanecos, estaba en manos del doctor Medina y del doctor MARO , ambos no eran médicos y las que atendían los partos eran la Gúera Agustina y doña Reina, también conocida como Reina la partera, al igual que .don Faustino Ocampo, doña Mariana Gómez. Don Concho Ojeda y doña Anita Acosta de Ramos – Hija de doña Mariana y esposa de don Ricardo Ramos ( este señor era el propietario del negocio más grande de Tecpan ( La Voz del Pueblo)- Había de todo, ferretería, refaccionaria, papelerías, librería y pinturas entre otras muchas cosas. Una calle de Tecpan actualmente lleva el nombre de esta noble señora, quien por ayudar a la gente, la hacía de doctora, dentista y farmacéutica. A esta mujer hasta la fecha algunos la recuerdan como una   señora Santa, porque cuando llegaba a sus manos un enfermo lo curaba y hasta le regalaba las medicinas lo que provocó que su farmacia se fuera a la quiebra hasta en tres ocasiones y don Ricardo su esposo se la volvía a surtir. Algunos pacientes se quedaban a dormir en su casa, donde les daba de comer  y a los familiares de éstos también, donde ya bien sanos, les daba ropa y dinero para que regresaran a sus hogares. Era amante de la música pues cantaba y tocaba el piano, la guitarra y el bandolón, haciéndose acompañar  de su hermano Pedro Acosta (Peyuca) papá de Emiliano Acosta , quien tocaba la guitarra el acordeón, el violín y el tololoche: a este instrumento musical él le llamaba el burro de año. Se me escapaba Fidencio Camambú con especialidad en enfermedades venéreas. También recetaban doña Chepa Ríos y doña Chave Ramos. Los “dienteros”                           
                   
profesionalmente eran El “Kalake” y Ramiro Ruíz. Ellos formaban otro concepto risible, pues ninguno de los dos había asistido ni siquiera a la primaria.

No puedo dejar al margen a don Celso Galeana, Charro de verdad quien manejaba con una destreza magistral la lechuguilla y cuando requería lazar a un animal nunca fallaba. Además tenía otra cualidad, componía huesos, sobaba y trataba descomposturas y torceduras. Excelente señor  merecedor de todo respeto. Las grandes tiendas de Tecpan  eran la “Surtidora” de don Yayo abarca, el “Triunfo” de don antonino Hernández, la tienda de don Chucho Tegua y la de don Chucho espinosa. Muchos años antes  existió la tienda de doña  Carlota Núñez, en la cual utilizaba un metro  de madera para vender su mercancía, que a la vez utilizaba para correr a los perros y golpear a todo lo que se le atravesaba; tenía varias fracturas, por lo tanto presentaba algunas reparaciones y en  lugar de medir el metro completo, ya  era como de 80 centímetros, por eso la gente que andaba mal en su economía expresaba, “ando más  quebrado que el metro de doña Carlota”.

Los asuntos legales de la ciudadanía estaban en manos de los licenciados. Toño (Gallito) López. José Aníbal de la O (Pepe el Bule), Amador Adame, Guillermo Zamora (La Rala) y hasta “Tollilo”. Al avance del tiempo y con carretera reciente empezaron a llegar los autobuses Flecha Roja que inicialmente tuvieron  su terminal en el caserón de doña Toña Jacinto de de la O. Más tarde se cambiarían a la fonda de doña Ofelia Núñez (Ofelia la dulcera), señora muy corajuda pero que sabía cocinar bastante bien y preparar unos ricos pasteles de merengue blanco y bolitas de colores de lo más sabroso que se puedan imaginar. Los autobuses colorados de la línea Hermenegildo Galeana, mejor conocido como los Pulman, siempre tuvieron en su terminal a don Santos Aragón, polifacético personaje. Fue réferi, animador en fiestas particulares y del pueblo, jardinero entre otras cosas, pero su mayor mérito fue  haber criado  como a 20 sobrinos de su mujer doña Rosita. Los colorados salían de Tecpan a las cinco de la madrugada para llegar a Acapulco a las11 de la mañana: Toda una odisea verdad. Aquí viene a mi mente un personaje que no puede faltar en el paisaje de aquel Tecpan, doña LINA  que primeramente vendía huevos de tortuga y después chicharrones de harina en un canaston enorme y hablando de canastas. ¿Quién  de los que aún viven de aquellos años, no recuerda a doña Chana o Chanita!, que cargando siempre su canasto y el “viento ” su marido siempre cuidándola a prudente distancia. Nunca le ayudaba con el pesado canasto, aun cuando la sufrida mujer recorría casi todas las tardes las calles de la población con su pesado canasto. Se detenía un rato en la terminal de la Flecha Roja, para después terminar su recorrido en la entrada del Cine Guerrero. Sus nacatamales eran delgaditos casi sin carne, pero bien sabrosos.


Dos eran las casas de placer para señores decentes, El “Burro” de Tula y las “Palmeras” de doña Amalia Pacheco con su anexo de restaurante que estaba abierto todas las noches y la encargada general  era la carismática mujer mejor conocida  como doña Chagua, donde nunca faltaba el conejo , la … Continuará.     

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