viernes, 9 de noviembre de 2012

La violencia como modo de relación social



RAÚL SUÁREZ MARTÍNEZ
El 18 de diciembre de 1993 el comerciante Cornelio Jerónimo Dircio, del poblado de Ayotoxtla, fue asaltado por tres hombres a quienes posteriormente identificó como los hermanos Martín y Eliseo Aguilar Avilés y su primo Ángel Aguilar Vázquez. El asalto tuvo lugar en El Columpio, un paraje por el cual los lugareños pasan sólo por necesidad. Los tres asaltantes eran originarios de comunidades de Zapotitlán. Versiones indicaron que los tres cometían asaltos y violaciones en la zona. Según los tres delincuentes habían asaltado previamente un autobús de pasajeros, del que obligaron a descender a cuatro mujeres, a quienes violaron. Al llegar a Ayotoxtla Cornelio reunió a una veintena de personas con palos y piedras –entre quienes se encontraban sus hijos Paulino y Germán, el cacique local Eugenio Rosendo Bolaños y los comisarios de Ayotoxtla y Escalerillas Lagunas). Paulino y Germán habían sido asaltados y golpeados días antes, culpando de este hecho a los hermanos Martín y Eliseo Aguilar Valdés y a su primo Angel Aguilar Vázquez. Sin mucha dificultad localizaron a los presuntos atracadores; éstos, al verse superados en número se entregaron a los perseguidores. Los linchamientos de Zapotitlán muestran un caso en el que la violencia funciona como modo de relación social o, por lo menos, de mediación de las relaciones sociales. Ello no significa que los habitantes de la Montaña sean más violentos que otros campesinos o comuneros indígenas o que los mexicanos de las centros urbanos. La violencia radica ante todo en las condiciones estructurales en las que se desenvuelve la vida cotidiana de estos hombres y mujeres.. Son estas las circunstancias en las que las agresiones al patrimonio, a la libertad o al honor tienen un efecto más devastador. Cuando la explicitación de la articulación de lo local a lo externo se hace evidente por la penetración de actores externos que avalan o refuerzan las injusticias y sufrimientos, las reacciones locales suelen empezar a superar la dimensión personal y la búsqueda de remedios puede llegar a tener proyecciones mayores. Las quejas ante las autoridades estatales consiguen que la policía se haga presente en el lugar; el narcotráfico atrae al ejército; las organizaciones estatales o nacionales que son referentes de las organizaciones locales toman intervención en los hechos; La búsqueda de soluciones se encaminó, por lo tanto, por otros senderos –entre ellos, la convocatoria de organizaciones político-militares opositoras. Sobre todo, el involucramiento de instituciones públicas en las mismas tropelías que hasta entonces eran cometidas por individuos concretos, creó condiciones para redireccionar la culpa por esos hechos hacia las instituciones respectivas y, por lo tanto, a su progresiva despersonalización.
Octubre de 2012, habitantes de Olinalá, municipio de la región de La Montaña, algunos de ellos armados con escopetas, instalaron barricadas en los cinco accesos a la cabecera municipal, para impedir el ingreso de la delincuencia organizada. Los hechos después de que el viernes anterior fue encontrado muerto un taxista que había sido secuestrado; el sábado, durante el sepelio, los pobladores se enteraron de que un grupo armado había levantado a un comerciante.
Los dos ejemplos anteriores, nos llevan a concluir que en algo está fallando el Estado como garante de las condiciones generales de convivencia que ofrece la Constitución política nacional. Cuando las fuerzas del estado fallan o se coluden en algún caso en estas garantías, los ciudadanos, las fuerzas vivas terminan por organizarse: El pueblo, ya harto de los robos, atropellos y crueldades del Comendador, decide unirse y tomar la justicia por su mano. Una noche llegan al palacio, invaden su casa y lo matan en nombre de Fuente Ovejuna y de los Reyes Católicos. En el juicio, cuando el juez les pregunta quién mató al Comendador, todo el pueblo responde: “Fuente Ovejuna, señor”. En Zapotitlan Tablas como en Olinalá, “Fuente Ovejuna” no se organizó contra el gobierno (no todavía), más bien lo están haciendo para darse las garantías que éste no les da, lo que debería ser un alivio para el gobierno, sin embargo, es claro que, si en el periodo inmediato no hay respuesta de los órganos del Estado, pronto esa fuerza organizada y armada por añadidura, buscará acciones no solo contra quien la hace, sino, también contra quien le paga para que lo proteja.

No hay comentarios: