viernes, 26 de octubre de 2012

FIDEL Y HANK: PASAJES DE LA REVOLUCIÓN (Segunda y última parte)


                                         Contracolumna


 


                                                 México, D. F., a 26 de octubre de 2012


Por José Martínez M. (*)



Durante su estancia en México Fidel Castro le pidió a Carlos Hank González un lugar para preparar a sus combatientes para la Revolución cubana.

Fidel le pidió a Hank un lugar que se asemejara a la cadena montañosa en la región suroriental de Cuba, en las provincias de Granma y Santiago. Días después Hank recibió un reporte confidencial de sus allegados. De acuerdo a las necesidades de Fidel y sus huestes sugerían un paraje en las faldas del Nevado de Toluca; como segunda opción se le ofreció a Fidel unos terrenos cercanos a Ixtapan de la Sal. Ninguno de estos parajes convenció al mítico comandante, hasta que por fin se decidió por un lugar cercano a Chalco, la Hacienda de Santa Rosa, a la que vio como el lugar ideal, pues en ese entonces la zona se encontraba alejada de la mancha urbana y estaba rodeada de cerros.

Mientras tanto, informes de la CIA reportaban a Washington y La Habana sobre los movimientos de Fidel Castro y sus hombres en territorio mexicano. Incluso el dictador Fulgencio Batista envió esbirros para asesinarlo.

Durante un buen tiempo los guerrilleros pasaron inadvertidos.

El profesor Carlos Hank mantenía una estrecha relación con Fidel y con Camilo Cienfuegos. De vez en cuando comían o cenaban en casa de Hank.

Según una anécdota (ratificada en Cuba, por el propio Jorge Hank Rhon), la noche del 27 de enero de 1956, durante una cena en la casa del Profesor, en Toluca, su esposa la señora Guadalupe Rhon comenzó a sentir los primeros dolores de parto. En casa de los Hank estaban como invitados Fidel Castro y Camilo Cienfuegos.

Jorge Hank Rhon lo contó así: “El 27 de enero de 1956 estaban cenando en la casa mi papá, Fidel Castro, creo que el Che Guevara, mi tío y dos o tres personas más. En ese momento mi mamá se fue al hospital para tenerme; ¡nací el 28 a la una de la tarde!”.

Meses después, por un hecho circunstancial, los disidentes cubanos fueron detenidos por policías preventivos de la ciudad de México, pero jamás delataron al Profesor, aun cuando fueron torturados. Algunos detalles de su detención constan en documentos provenientes del Archivo General de la Nación.

De acuerdo con los expedientes policiacos, Fidel Castro y el Che Guevara fueron detenidos cinco meses antes de que partieran en el Granma hacia la isla para iniciar su lucha armada.

Los documentos contienen la declaración inicial y una ampliación de la misma, ambas realizadas en algún lugar del Distrito Federal. Estaban en la sección Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación, que se encuentra en el Archivo General de la Nación bajo resguardo y clasificación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Según uno de los expedientes, Fidel Castro fue aprehendido accidentalmente por policías preventivos el 20 de junio de 1956, y fue entregado para su custodia a la Dirección Federal de Seguridad, donde se mantuvo literalmente secuestrado. Luego se supo que para dejarlo en libertad debieron intervenir varios personajes de la política mexicana, entre otros el ex presidente Lázaro Cárdenas y el propio presidente Adolfo Ruiz Cortines, así como Fernando Gutiérrez Barrios.

Casi una semana después de su detención, Fidel Castro fue presentado ante el Ministerio Público para que rindiera su declaración.

El 24 de junio fue aprehendido Ernesto Guevara, junto con otras doce personas, tras un operativo de la Federal de Seguridad en la Hacienda de Santa Rosa, en Chalco, que el profesor Hank les había facilitado a través de intermediarios.

En los expedientes del Ministerio Público Federal no aparece ningún número de folio, ni el nombre del agente ministerial, sólo una firma ilegible; tampoco se registra la ubicación de la oficina. Lo único que aparece al calce es el logotipo que identifica a la Procuraduría General de la República.

Ernesto Guevara manifestó en sus declaraciones tener más o menos año y medio de vivir en México, procedente de Guatemala, con pasaporte argentino y visa de turista.

Dijo contar con 28 años de edad y ser originario de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina, y que realizó sus estudios de médico en la Universidad de Buenos Aires, mismos que concluyó en 1953.

Aseguró haber salido de su país en ese año y haber residido en Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y nueve meses después haber partido a Guatemala.

En ese país se dio de alta en el ejército, bajo el mando del coronel De León, jefe de operaciones del presidente Jacobo Arbenz, quien fue derrocado un día antes de que Guevara fuera mandado al frente.

En su declaración niega ser comunista militante, pero reconoce la inquietud que le había despertado la teoría marxista, la cual consideraba que no se interpretaba exactamente en la URSS.

Acerca del Movimiento 26 de Julio en México, expuso en su declaración que a su llegada a la capital del país ingresó a la Agencia Latina de Noticias, que era mantenida extraoficialmente por el gobierno argentino, y que al mismo tiempo prestaba sus servicios en el Hospital General y en la Facultad de Medicina de la UNAM.

El Che afirmó que, un año antes, un amigo, cuyo nombre no identifica, lo llevó a la calle de José Amparán 49, donde conoció a Fidel Alejandro Castro Ruz, quien preparaba un movimiento revolucionario contra el gobierno de Fulgencio Batista, y que después le pidió de favor arrendar el rancho Santa Rosa, a 10 o 12 kilómetros al sureste de Chalco, Estado de México.

Por su parte, Fidel Castro declaró haber salido de una reunión donde se ingirió ron, y cuando caminaba tranquilamente con otros dos cubanos, unos policías preventivos capitalinos les marcaron el alto y, al darse cuenta de que estaban armados sin poder explicar las causas, fueron remitidos a la autoridad superior, que los entregó a la Dirección Federal de Seguridad.

Relató, además, que el 7 u 8 de julio de 1955 llegó como turista a la ciudad de Mérida por vía aérea y de inmediato voló al puerto de Veracruz. De allí viajó en camión al Distrito Federal, donde permaneció hasta octubre para salir a Estados Unidos a organizar clubes patrióticos de cubanos, y que regresó a México en diciembre para viajar luego a Costa Rica, cuando se le vencía la visa, y que retornó a los cuatro días con sus documentos en regla.

Manifestó que las casas de residencia de los cubanos exiliados, con 8 a 10 habitantes, estaban en Insurgentes Norte 5, en Kepler y Copérnico, en Avenida México 33, y que en el Rancho Santa Rosa había entre 15 y 20 personas.

Durante su declaración, Fidel hizo constar varias cosas: que la Revolución cubana no la estaban organizando desde México, sino que se planeaba en Cuba por miles de ciudadanos.

Insistió que él era el dirigente del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Cuba, Estados Unidos y México y que en ningún momento había incluido en sus planes revolucionarios atentar contra el dictador Batista. E hizo constar que Ernesto Guevara no era miembro activo de su organización, sino que únicamente actuaba en calidad de médico.

Al ampliar su declaración, Fidel Castro contó sus orígenes políticos, su formación en la que obtuvo los títulos de doctor en derecho civil, licenciado en derecho diplomático, licenciado en derecho administrativo y doctor en ciencias sociales, así como su afiliación al Partido del Pueblo Cubano, denominado allá como ortodoxo, al que perteneció desde el 22 de marzo de 1952. Precisó no tener ningún nexo con el Partido Comunista (de Cuba) ni participar de la ideología comunista.

Días después de ser liberados, los guerrilleros se dieron a la tarea de organizar su partida rumbo a Cuba. No obstante, faltaba un medio de transporte que los llevara a la isla. Por fortuna, Fidel conoció a Antonio del Conde, quien se dedicaba a la venta de armas, un negocio legal entonces en México.

Del Conde le habló de una barcaza de su propiedad, la cual Fidel no conocía físicamente. Se trataba de un viejo yate destartalado, con el motor y la quilla descompuestos. A pesar de ello, Fidel Castro le dijo: “Si usted me arregla ese barco, en ese barco me voy a Cuba”.

Así se escribió el inicio de la Revolución cubana.

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*José Martínez M., es periodista y escritor. Es Consejero de la Fundación para la Libertad de Expresión (Fundalex). Es autor del libro Carlos Slim, Los secretos del hombre más rico del mundo, y otros títulos, como Las enseñanzas del profesor. Indagación de Carlos Hank González. Lecciones de Poder, impunidad y Corrupción y La Maestra, vida y hechos del Elba Esther Gordillo.

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