lunes, 5 de diciembre de 2011

EL CACHORRO DE FABELA, HANK, DEL MAZO, MONTIEL...



Con Enrique Peña Nieto, el PRI espera recuperar el poder. Sería la primera ocasión, de ganar las elecciones presidenciales de 2012, que el Grupo Atlacomulco tuviera un presidente surgido de sus entrañas


Por José Martínez* / Luces del Siglo (*) 


Cancún, Q. Roo., diciembre de 2011



Enrique Peña Nieto podría ser el primer presidente de México surgido del Grupo Atlacomulco. Antes, hace 30 años en 1982, el profesor Carlos Hank González lo intentó, pero por razones jurídicas no lo logró. El padrino del Grupo Atlacomulco ni siquiera pudo ser postulado porque el artículo 82 de la Constitución impedía que hijos de extranjeros pudieran gobernar el país. Ahora Peña Nieto es visto como el hijo pródigo de esta nomenklatura con la que el PRI espera arrebatar el poder al aún gobernante Partido Acción Nacional.

Tan pronto como Peña Nieto fue registrado el pasado 27 de noviembre como precandidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, con miras a las elecciones presidenciales del 2012, el PRI fue tomado por asalto por sus huestes, las cuales han comenzado a repartirse los cargos partidistas para asumir el control del tricolor.

El Grupo Atlacomulco desde su creación ha operado subrepticiamente y, a lo largo de décadas, ha mantenido los lazos internos que le han dado cohesión política, de tal forma que ahora está a punto de llegar a la cúspide. Los integrantes del grupo siempre han estado en distintas partes del poder y sus lazos son evidentes, aunque muchos de ellos suelen negarlo y responden con ironía cuando son cuestionados. 

Este grupo extiende sus ramas mediante lazos familiares y va más allá de los simples negocios, hechos al amparo del poder, sin que las autoridades del país muchas veces se molesten en investigarlos, como ocurrió recientemente con Jorge Hank Rhon, en Tijuana, quien mantiene una cercanía muy estrecha con Enrique Peña Nieto.

El aspirante del PRI a suceder a Felipe Calderón en la Presidencia de la República es descendiente de un afamado cacique del Estado de México: Severiano Peña, quien fue presidente municipal de Acambay, durante cuatro periodos (1914, 1916, 1921 y 1923).

Enrique Peña Nieto es familiar, tanto por parte de su madre como por la de su padre, de dos ex gobernadores: por su padre, Gilberto Enrique Peña del Mazo, quien era pariente de Alfredo del Mazo González, el consentido del jerarca Fidel Velázquez, y su madre, María del Perpetuo Socorro
Ofelia Nieto Sánchez, era hija de Constantino Enrique Nieto Montiel, familiar del ex gobernador Arturo Montiel Rojas, quien le disputó la candidatura presidencial a Roberto Madrazo, otro miembro de ese grupo fáctico y quien lo exhibió como un depredador del erario durante su gestión como gobernador.

Con Enrique Peña Nieto, el PRI espera recuperar el poder. Sería esta la primera ocasión, de ganar las elecciones presidenciales de 2012, que el Grupo Atlacomulco tuviera un presidente surgido de sus entrañas, con todo lo que ello representa.

La historia

Cuando surgió el Grupo Atlacomulco se vivían los últimos resquicios del México bronco. Era el año de 1942 y a pesar de la retórica del discurso oficial de que se había pasado de la época de los caudillos a un país de instituciones, la política a nivel local seguía siendo manejada por algunos caciques. Tan fue así que el fundador de ese grupo, Isidro Fabela, asumió el cargo en medio de una feroz disputa por el poder tras el asesinato del gobernador del Estado de México, Alfredo Zárate
Albarrán a manos del diputado Fernando Ortiz Rubio, líder de la XXXV Legislatura local. 

El asesino era sobrino del michoacano Pascual Ortiz Rubio, impuesto por el jefe máximo
Plutarco Elías Calles como presidente provisional en 1929, tras el asesinato de Álvaro Obregón, mientras se convocaba a nuevas elecciones donde el Partido Nacional Revolucionario (PNR) hizo su primera aparición.

Tierra de hombres broncos, el Estado de México incubó la violencia como parte de las pugnas y las alianzas políticas. El internacionalista Isidro Fabela vivía en Europa, representando al país. Era un jurista connotado que estaba más allá del bien y del mal; pero su amigo, el presidente Manuel Ávila Camacho, reclamaba su presencia en México. Era urgente que Fabela ayudara a su jefe, ya que el Estado de México se encontraba dividido entre los diferentes grupos políticos que amenazaban con la desaparición de poderes en el estado, lo que afectaba la estabilidad del país.

El gobernador Zárate Albarrán – de origen humilde, que fue vigilante de cantina, pero cuyos méritos revolucionarios en las filas zapatistas lo llevaron al poder – fue asesinado por un descendiente de los Cachorros de la Revolución. De alguna forma la víctima y el asesino compartían intereses políticos y económicos, hasta los unían lazos familiares. 

Pero la disputa por el poder los enfrentó. En la fiesta del cumpleaños del gobernador Zárate Albarrán, su socio, Fernando Ortiz Rubio, líder del Congreso local, se metió la mano a su cintura, sacó una pistola y le disparó a bocajarro. Tres días después falleció Zárate Albarrán, que había sido electo por el Partido Socialista del Trabajo del Estado de México para el periodo 1941-1945 y apenas duró algunos meses como gobernador.

El partido que impulsó a Zárate Albarrán fue fundado antes que el PNR y prevaleció como una organización relativamente independiente hasta la transformación del Partido de la Revolución Mexicana en el sexenio de Lázaro Cárdenas, el PRM después se transformaría en el PRI.

Albarrán fue sustituido por Isidro Fabela dando paso a una nueva etapa, la del Grupo Atlacomulco. Fabela fue convencido de asumir el cargo por Ávila Camacho y recibió el apoyo incondicional del secretario de Gobernación, Miguel Alemán Valdés, para apaciguar a los grupos y meterlos al orden. El diplomático fue “escogido” por su distanciamiento y porque representaba a otra clase y no comprometía la política con los grupos locales.

Como la Constitución del estado exigía que en caso de que hubiera un gobernador interino éste tenía que convocar a nuevas elecciones, Fabela le puso como condición al presidente Ávila Camacho que lo apoyara para continuar los cuatro años que le correspondían a su antecesor. La petición le fue concedida.

El patriarca del Grupo Atlacomulco impuso sus reglas, recurriendo a la mano dura para apaciguar a los inconformes. Después de tomar posesión como gobernador sustituto, el 16 de marzo de 1942, Fabela, a los ocho días de su incipiente mandato, dio un “fabelazo” al liquidar a los miembros del Tribunal Superior de Justicia, pasando por encima del Poder Legislativo.

La víspera, Fabela había pactado con los diputados para que lo apoyaran mediante un acuerdo fast track y lo ratificaran como gobernador. Los legisladores modificaron la Constitución local a cambio de canonjías y prebendas. 

Ya con el nombramiento en el bolsillo, Fabela incumplió con el pacto. Surgió el descontento. Los diputados le reclamaron su “palabra de honor” y al sentirse burlados se presentaron armados a las sesiones del Congreso para hacer valer los acuerdos por la vía de la fuerza. No hubo arreglo. Fabela recurrió a la policía para controlarlos. A los diputados más radicales los desaforó.

Los estudiantes que cuestionaron la mano dura del gobernador interino también sufrieron las consecuencias. Fabela los encarceló. No fue el caso del joven Carlos Hank González, que se ganó el afecto y el padrinazgo del gobernador, al que había deslumbrado con sus apasionadas dotes de orador.

Para justificar su “mano dura”, Fabela argumentó que era víctima de una “conspiración” de los grupos inconformes, especialmente de los diputados que inútilmente buscaron fincarle un juicio político por los excesos en que estaba incurriendo. El apoyo presidencial – mediante– y toda la fuerza del aparato del Estado proyectaron a Isidro Fabela como un político aliado al nuevo estilo de gobernar. Su posición se consolidó con la asunción de Miguel Alemán Valdés a la Presidencia y alcanzó incluso al gobierno de Adolfo López Mateos, su coterráneo.

Ésos fueron los pilares que dieron origen al ahora mítico Grupo Atlacomulco con algunas fisuras y disputas nternas.

Las disputas 

El nombre de Grupo Atlacomulco fue impuesto a mediados de los 50 por el periodista Gregorio Ortega, basado en la prolongación en que se mantuvieron tres conspicuos políticos oriundos de ese lugar y que mediaron su influencia sucesivamente, entre 1942 y 1957: Fabela, Alfredo del Mazo Vélez y Salvador Sánchez Colín. Antes se les conocía como “los hombres de Atlacomulco”. 

El Grupo Atlacomulco se convirtió en una leyenda y el Estado de México siguió siendo escenario de disputas entre los grupos políticos. Han sido tres los grupos más poderosos, los que conformaron Fabela, Gustavo Baz Prada y Carlos Hank González. El Grupo de Gustavo Baz alcanzó el poder con el apoyo del presidente Adolfo Ruiz Cortines, al acceder a la gubernatura en 1957. Baz quiso ser el sucesor de Zárate Albarrán cuando era miembro del gabinete de Ávila Camacho, pero éste no lo apoyó en sus aspiraciones porque temía un mayor enfrentamiento con los grupos.

Ruiz Cortines tomó la decisión de designar a Baz para evitar que resurgiera el Grupo Atlacomulco, que alcanzó su máximo esplendor en el alemanismo. Baz lucía credenciales importantes para hacerle contrapeso a Fabela ya que había sido rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y tenía a su favor la experiencia y el prestigio necesarios para contrarrestar cualquier cacicazgo.

Así, Baz, que ya había sido gobernador en 1914 a los 20 años, en representación de las fuerzas zapatistas, con el apoyo de Ruiz Cortines, se convirtió en el gran liquidador del Grupo Atlacomulco.

En su segunda oportunidad, la tentación del poder terminó por apoderarse de Baz, que quiso imitar a Fabela tratando de imponer a uno de los suyos, a Jorge Jiménez Cantú, secretario general de su gobierno. Sin embargo, el gobierno federal no convalidó la propuesta de Baz, por lo que al concluir su mandato en 1963, el presidente Adolfo López Mateos optó por entregar la estafeta del Estado de México a Juan Fernández Albarrán que estaba alejado de los grupos locales y a los que tenía bien identificados, pues en su gabinete había dos conspicuos fabelistas: Alfredo del Mazo Vélez, como titular de la Secretaría de Recursos Hidráulicos, y Roberto Barrios, jefe del Departamento de Asuntos Agrarios.

El gobierno de Fernández Albarrán fue de transición, pues perteneció al equipo del gobernador Wenceslao Labra, que en la década de los 30 llegó, con el apoyo de Lázaro Cárdenas, antes de que Fabela sentara sus reales.

Los mayores méritos de Fernández Albarrán – que gobernó de 1963 a 1969 – en la política local fueron los de ocupar el cargo de alcalde de Toluca y secretario general de Gobierno, ambos en el mandato de Wenceslao Labra. Cuando fue destapado para gobernador se desempeñaba como secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.

A mediados de los sesenta se avecinaban nuevos tiempos y el país empezaba a cambiar. México experimentaba una creciente tensión social en busca de una apertura política. Gustavo Díaz Ordaz se preparaba para asumir la presidencia de la República cuando el 12 de agosto de 1964 moría el patriarca del Grupo Atlacomulco, Isidro Fabela.

A su muerte, Hank se perfiló como el continuador de la obra del fundador del Grupo Atlacomulco. Un lustro después de la desaparición del patriarca, Hank González asumió la gubernatura. El antecesor de Hank, Fernández Albarrán, murió cuando éste apenas despuntaba en la gubernatura y, en 1975, cuando el profesor se encontraba en la cúspide de su carrera, otro miembro prominente del Grupo Atlacomulco, Alfredo del Mazo Vélez falleció y el viejo Gustavo Baz era recompensado con un escaño en la Cámara de Senadores. Había iniciado la nueva leyenda.

El grupo Hank

El Grupo Hank nació de la recomposición de fuerzas y grupos. El desaparecido profesor Carlos
Hank González era un aspirante a político cuando Isidro Fabela fue gobernador. Se ganó la confianza y la simpatía de éste, por lo que contó mucho su recomendación para que lo cobijaran los continuadores de su obra. 

En esos tiempos como el joven Hank era un inexperto, empezó a colocarse en algunos trabajos burocráticos y aprovechó algunos contactos para conseguir el cargo de jefe del Departamento de Secundarias, después lo rescató el gobernador Salvador Sánchez Colín quien le dio su primera encomienda en la Oficina de Juntas de Mejoramiento Cívico y Material para pasar a la Tesorería de Toluca 

Después de cuatro años de fogueo en la burocracia, Hank recibió su primera oportunidad política al ser electo, en 1955, presidente municipal de la capital mexiquense, empezando a tejer sus relaciones a nivel local. Al concluir su gestión como alcalde, en 1958, el candidato a la Presidencia,
Adolfo López Mateos, lo incluyó en las listas para diputado federal. Hank allí trabó nuevas relaciones que luego se consolidarían en su ambición por escalar la cúspide del poder.

Integrante de la XLIV Legislatura de la Cámara de Diputados, compartió gustos y afinidades con el hidrocálido Enrique Olivares Santana, el tamaulipeco Emilio Martínez Manatou y el sinaloense Leopoldo Sánchez Celis. En ese lapso (1958-1961) fue su mecenas Mariano López Mateos, hermano del Presidente, Adolfo López Mateos. La relación entre Hank y Mariano fueron los negocios que los vinculaban a Fabela. 

Hank como diputado fue ambicioso, pero aún no alcanzaba a despegar como un político influyente. No fue un legislador que aglutinara simpatizantes. Fue uno más entre los priístas de nuevo cuño que se entrenaban en las ligas mayores de la política nacional, aunque su ambición era pasar al cargo de senador y luego a gobernador.

Su paso sin gloria por el Congreso no lo desanimó. Sus aspiraciones de convertirse en senador de la República no prosperaron y con dificultades logró obtener en 1961 –a la mitad de sexenio lopezmateísta– un puesto en la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) como subgerente de ventas. 

“El Profesor”, como se le llegó a conocer a Hank González, descubrió que la CONASUPO era una auténtica mina de oro. Desde ese cargo trabó relaciones con industriales como Chito Longoria, con el que realizó pingües negocios, mediante operaciones trianguladas con materias primas, especialmente con el maíz, sorgo y cártamo que se utilizan para la industrialización del aceite.

A punto de concluir el sexenio de Adolfo López Mateos, su hermano Mariano le solicitó al candidato Gustavo Díaz Ordaz que apoyara a Hank en sus aspiraciones para llegar a senador. No fue cumplido el capricho pero Hank fue compensado con un ascenso. El 4 de diciembre de 1964 – tres días después de que Díaz Ordaz asumiera su mandato – lo designó como director general de Conasupo.

“En Conasupo – contaría Hank – aprendí mucho más que si hubiera sido senador, pero pensé que allí terminaría mi carrera política. Las circunstancias me permitieron tener otras invitaciones a actuar en el servicio público. Acepté y lo hice con un gran gusto y enorme deseo de seguir adelante”.

Conasupo que fue su primer cargo que lo proyectó como funcionario de alto nivel pudo haber sido la tumba política de Hank. Sin embargo, más que tener planeado llegar a ser gobernador, Hank contempló la posibilidad de llegar a ocupar un cargo en el gabinete de su amigo Emilio Martínez Manatou, al que apoyó abiertamente como precandidato presidencial, pero Hank se confundió con las señales de Díaz Ordaz, quien impulsó a Luis Echeverría como sucesor.

Hank le apostó al candidato equivocado, quien había sido su compañero de curul años atrás.
Echeverría le tenía preparado un expediente sobre sus manejos en Conasupo. Como jefe de seguridad nacional, Echeverría Álvarez estuvo al tanto del teje y maneje de los funcionarios, pero en un acto de amistad, hasta paternalista, Díaz Ordaz protegió a Hank al que destapó como candidato a gobernador.

Las disputas de Echeverría con Hank no eran meras elucubraciones. Se llegó a correr el rumor de que iba a “renunciarlo” tras el escándalo de Avándaro, pero su buena suerte y sus amigos Jiménez Cantú y López Portillo lo rescataron y Hank pudo seguir construyendo su leyenda.

De Fabela a Hank 

Veintisiete años después de su primer contacto con Isidro Fabela, Hank vio cristalizar su sueño: ser gobernador del Estado de México.

El primer contacto de Hank con Fabela fue impactante. Hank era un chiquillo que apenas había concluido sus estudios de secundaria gracias a una beca del gobierno. Fabela era el invitado de honor del pueblo de Atlacomulco, que le festejaba con una comida su designación como gobernador sustituto. El joven Hank fue escogido para pronunciar el discurso oficial que conmovió al político y diplomático.

El encuentro selló un pacto de amistad. Para Hank la amistad, la eficiencia y la lealtad siempre fueron el eje de su filosofía como político y empresario: “Para mí, la amistad es casi una religión” – dijo Hank cuando le preguntaron los periodistas sobre sus relaciones con amplias redes de políticos. La amistad era tan valiosa para él que logró establecerla con enemigos irreconciliables.

Así, cuando asumió su mandato como gobernador, hizo un reconocimiento a todos los grupos que lo antecedieron y formó un equipo híbrido con representantes de distintas tendencias. Incluyó lo mismo a fabelistas que bacistas y albarranistas, extendió sus redes a otros grupos ajenos a la entidad, dando cabida a políticos jóvenes y viejos colaboradores que de alguna forma pertenecieron a otras corrientes.

En la plenitud de su vida asumió el liderazgo local, cuando la influencia de sus antecesores estaba en declive y algunos habían renunciado a seguir en la política.

En efecto, la enemistad con Luis Echeverría lo obligó a fortalecer su grupo. Durante su mandato, Echeverría Álvarez se abstuvo de acudir a los informes del gobernador Hank y envió en un par de ocasiones al entonces secretario de Hacienda, José López Portillo. La relación Hank-José López Portillo no era en términos estrictos de amistad. Ambos se conocieron en el sexenio de Díaz Ordaz. López Portillo se desempeñaba como jefe del Departamento Jurídico de la Secretaría de la Presidencia, de la que era titular Martínez Manatou, ex compañero del profesor en la Cámara de Diputados.

A López Portillo le tocó asesorar y supervisar la transformación de Ceimsa en Conasupo. A eso se restringía su relación que al paso del tiempo sería significativa, pues cuando Hank concluía su mandato como gobernador, José López Portillo era destapado como candidato presidencial. 

El choque con Echeverría no fue determinante para que Hank dejara de crecer. Más bien lo fortaleció, porque armó un grupo que le fue leal y le entregó resultados políticos que después contaron para impulsarlo a la regencia del Distrito Federal.

Un personaje clave en su relación frente a Echeverría fue Jorge Jiménez Cantú con el que había cosechado una relación de amistad, pues cuando Gustavo Baz Prada fue gobernador, Hank fungía como su subordinado directo. Jiménez Cantú ocupaba la Secretaría General de Gobierno y “El Profesor” la dirección General. 

Al asumir la gubernatura, “El Profesor” designó a Jiménez Cantú como secretario general de su gobierno, aprovechando que éste era amigo personal de Echeverría y, mejor que nadie, su interlocutor ante el presidente. Sólo un año duró al lado de Hank el doctor Jiménez Cantú. Luis Echeverría Álvarez lo llamó para incorporarse a su gabinete como secretario de Salubridad y Asistencia, desde ahí el funcionario era el enlace y el “amortiguador” entre el gobernador y el presidente.

Hank cohesionó a un importante grupo de jóvenes políticos que ya apuntaban como prospectos de la alta política, entre ellos a Ignacio Pichardo Pagaza, que empezó con él como encargado de Finanzas, después lo nombraría como secretario general de Gobierno, lo mismo que a Emilio Chuayffet, como delegado del PRI, al que designó después como uno de sus colaboradores en el Departamento del Distrito Federal con el cargo de delegado político en la demarcación Benito Juárez. También apoyó la carrera de Humberto Benítez Treviño, que había sido dirigente juvenil del PRI y funcionario del Instituto de Acción Urbana e Integración Social.

Al mismo tiempo, Hank estrechaba sus relaciones con otros políticos, fortaleciendo su grupo. Entre ellos el ex gobernador de Sinaloa, Leopoldo Sánchez Celis, vinculado al equipo de Díaz Ordaz y al que designó como coordinador general del Consejo de Desarrollo Agrícola y Ganadero; y a Pedro Ramírez Vázquez en la Coordinación de Obras Públicas.

Al terminar su mandato como gobernador en 1975, Hank ya tenía las bases para consolidar a su grupo. El mismo López Portillo al asumir el poder a finales de 1976, reconoció la fuerza del grupo de Hank que sin haber sido su partidario lo tomó en cuenta, aunque lo hizo a última hora.

Echeverría sostuvo un encuentro ríspido con su sucesor al advertirle a José López Portillo la víspera del cambio de mando en el poder sobre las vinculaciones políticas del “Profesor” y los negocios al amparo del poder, por lo que le exigía que Hank no ocupara ningún cargo en el futuro gabinete.

La fuerza de Hank era innegable.

En el sexenio de López Portillo, Hank desplegó toda su fuerza como líder y extendió sus redes políticas, recurriendo a la prensa para desarrollar una estrategia que lo proyectara a la cúspide del poder entrando en conflicto con otros grupos.

Después de sus discrepancias con el presidente Miguel de la Madrid, fue el presidente Carlos Salinas de Gortari quien lo sacó del ostracismo, lo incorporó a su gabinete como secretario de Turismo y luego lo transfirió a la titularidad de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, desde donde Hank hizo suculentos negocios “fuera de programa”. 

Después, en la Secretaría de Agricultura Hank pretendió apoyar la designación de Ernesto Zedillo como candidato sustituto a la Presidencia de la República, recopiló 57 firmas de ex secretarios de Estado, algunos de ellos en funciones en el gabinete de Salinas o en cargos intermedios de la administración pública. 

Finalmente “El Profesor” quedó fuera del equipo del doctor Zedillo e incluso, del departamento de Estado, por instrucciones de la Casa Blanca, que ordenó influir desde su embajada para que Zedillo no incluyera a Hank en su gabinete presidencial ante las denuncias de estar involucrado en negocios turbios.

Allí terminó la carrera del “Profesor”, quien falleció poco después, en agosto de 2001, pero el Grupo Atlacomulco se mantuvo latente, con disputas y reencuentros.

El regreso

En la última década, el Grupo Atlacomulco comenzó su reorganización tras el arribo del PAN al poder. Así, en los últimos seis años, desde la llegada de Enrique Peña Nieto a la gubernatura del Estado de México, comenzó la gestación de un nuevo proyecto político para el PRI desde las entrañas del Grupo Atlacomulco, quien de ganar las próximas elecciones presidenciales podría convertirse en el nuevo jefe de esa nomenklatura, dando paso a un relevo generacional de ese grupo que hasta ahora acapara las preferencias electorales, de acuerdo a las encuestas.

Recuadro

P E R F I L

Enrique Peña Nieto

Nació en Atlacomulco, Estado de México, el 20 de julio de 1966. Estudió Derecho en la Universidad Panamericana y una maestría en Administración de Empresas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. A la edad de 18 años, es decir, en 1984, se afilió al Partido Revolucionario Institucional (PRI). 

Entre 1986 y 1990 trabajó en un despacho jurídico y en la Notaría Pública Número 96 del Distrito Federal.

En 1990 fue secretario del Movimiento Ciudadano de la Zona I del Comité Directivo Estatal de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP).

En 1991 fue nombrado delegado del Frente de Organizaciones y Ciudadanos en diversos municipios del estado de México y fue también instructor del Centro de Capacitación Electoral del PRI.

En 1993 se desempeñó como tesorero del Comité de Financiamiento del Comité Directivo Estatal del PRI en la campaña del candidato a gobernador Emilio Chuayffet Chemor.

En 1999, fue designado subcoordinador financiero de la campaña de Arturo Montiel Rojas.

Entre 1993 y 1998, durante la gestión de Emilio Chuayffet, fue secretario particular del secretario de Desarrollo Económico del gobierno del Estado de México, Juan José Guerra Abud, y posteriormente fue subsecretario de Gobierno del Estado de México de 1999 a 2000.

Buena parte de su desempeño como funcionario se dio durante la gestión de Arturo Montiel Rojas, ocupando los siguientes cargos: secretario de Administración del Gobierno del Estado de México; presidente del Consejo Directivo del Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios; presidente del Consejo Interno del Instituto de Salud del Estado de México y vicepresidente de la Junta de Gobierno del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) del Estado de México.

Apoyado por Arturo Montiel Rojas, fue nominado candidato a diputado local para la LV Legislatura por el Distrito XIII, con cabecera en Atlacomulco. Entre septiembre de 2003 y septiembre de 2004 fue coordinador del grupo parlamentario del PRI en la LV Legislatura en la Cámara de Diputados del Estado de México, presidiendo la Junta de Coordinación Política del Congreso Local.

El 3 de julio de 2005 fue electo gobernador del Estado de México, pero las impugnaciones hicieron que hasta el 12 de agosto Peña Nieto recibiera la constancia de mayoría que lo acreditaba como gobernador electo, cargo que desempeñó entre 2005 y 2011.

El 27 de noviembre de 2011, el PRI lo registró como precandidato presidencial para los comicios de 2012.


(*) José Martínez, periodista y escritor, es autor de Las Enseñanzas del Profesor, Indagación de Carlos Hank González. Lecciones de Poder, Impunidad y Corrupción, publicado por Editorial Océano. 


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