viernes, 6 de mayo de 2011

Desde Brasil


¡Buena suerte, vecino Pepe!
Bruno Peron Loureiro
José Mujica, que sucedió a Tabaré Vázquez en la presidencia de la República Oriental del Uruguay desde marzo de 2010, es un ex-guerrillero y ex-preso político que representa a  sectores progresistas en su país, más no por eso descuida al empresariado nacional.
En realidad es prácticamente imposible que algún presidente latinoamericano se sustente en el poder sin intercambiar favores con los grupos económicos más fuertes del país, que hacen lobby en las instituciones gubernamentales para que se les extienda la alfombra roja. Hay algunos pocos que tratan de no hacerlo, como Chávez en Venezuela, muchos de aquellos que lo intentaron fueron destituidos. Hace ya algunas décadas que la política dejó de hacerse en las calles para hacerse en la televisión.
Uruguay recibió elogios del moribundo Fondo Monetario Internacional (FMI) por su elevado crecimiento económico. La pequeña potencia al Este de la Argentina anima al “Pepe” (sobrenombre para referirse a los José en el mundo hispánico, así como se les dice “Paco” a los Francisco y “Lalo” a los Eduardo) y reduce los riesgos de descrédito en el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) debidos a las asimetrías entre sus miembros, factor que a menudo hace dudar a Paraguay y Uruguay sobre su permanencia en le bloque.
Por el contrario, Uruguay ha llevado al pie de la letra la disposición de la presidente Dilma Rousseff de priorizar las relaciones con América del Sur. Por consiguiente Mujica reitera el vigor del MERCOSUR, al cual pertenecen Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y al que todo indica, Venezuela será próximamente bienvenida.
Hubo un entendimiento entre el presidente uruguayo José Mujica y el alto funcionario del MERCOSUR, el debutante brasilero Samuel Pinheiro en esa función, que acordaron en abril de 2011 profundizar la integración sudamericana con la entrada de Venezuela al bloque, finalmente ratificada por el legislativo brasilero en diciembre de 2010, pero todavía pendiente de su ratificación en el parlamento paraguayo, a fin de desarrollar conjuntamente los sectores productivos.
Mujica ve en Brasil el potencial para la expansión del comercio, todavía distante  del ideal de un “mercado común” que hace años se acordó entre los estados del MERCOSUR. La propuesta del Tratado de Asunción era que se alcanzase ese nivel de integración en 1994, pero después de dos décadas ni siquiera se tiene un libre comercio.
El dinosaurio político brasilero Jose Sarney acaba de hacer una declaración que dice que el MERCOSUR estaría más avanzado si el proceso hubiese integrado gradualmente a los sectores industriales.
En marzo de 2011 José Mujica se reunió con empresarios de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP) y discutieron la viabilidad de una moneda común alternativa al dólar para el comercio del MERCOSUR. Uruguay envió un grupo de empresarios y ministros a fin de acelerar las relaciones comerciales con Brasil, con un discurso de aproximación que ha sido constante cada vez que Mujica se refiere a su país vecino.
Se ha convertido en manía que los presidentes de la región viajen con su jet a los encuentros internacionales acompañados de otro avión repleto de empresarios ávidos de hacer negocios.  Hay asientos para todo el mundo, deben tener los soportes de mano fijados al techo para evitar la falta de espacio en el avión.
Así fue con el tropel de empresarios brasileros que fueron a Nigeria, a Irak e Irán. No perdonaron ni a Haití, devastado por desastres naturales y humanos, bajo el pretexto de auxiliar con la “reconstrucción” de la infraestructura del país. A pesar de que los Estados Unidos ya habían metido ahí la mano.
Uruguay comparte esa misma estrategia brasilera de inserción internacional, con la diferencia que todavía no se ha promovido el nivel del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), “países emergentes”, bautizados así por el grupo Goldman Sachs en 2001. Ya se está proponiendo el alargamiento de esta sigla para la inclusión de Sudáfrica, México, Indonesia, Corea del Sur y Turquía. En esta categoría “bricqueana” encaja más la emergencia económica que el desastre social.
La participación en intercambio comercial, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PBI) y la renta per capita mejoran la imagen del país para los inversores, que crean conjuntos de regiones geográficas donde juzgan que vale la pena invertir su dinero y recoger las ganancias. Estos son los indicadores que permitieron al sospechoso FMI opinar positivamente sobre la economía uruguaya.
La pelota pasa de los pies de los cracks brasileros a Uruguay, una vez que el Resumen Global del Foro Económico Mundial declaró que esta República Oriental es uno de los cinco países latinoamericanos y caribeños que está en la lista de los cincuenta más desarrollados mundialmente en tecnologías de información. Los demás países destacados de la región son: Barbados, Chile, Puerto Rico y Costa Rica. Los países líderes en la lista de 138 economías que comparten este negocio son Singapur y Finlandia.
Las intenciones de Mujica son claras: el mandatario quiere proyectar al Uruguay más allá de su pequeña porción territorial que está a las sombras de la Argentina, y no teme a las asimetrías del MERCOSUR ni se siente desesperado frente a los desafíos tecnológicos. Completa su ambición económica el que es uno de los principales impulsores de la integración de Venezuela al bloque sudamericano de integración del cual es parte.
¡Buena suerte, vecino “Pepe”!

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