miércoles, 20 de abril de 2011

Buscan en pulpo rojo solución a espasmos



El Octopus maya, conocido como pulpo rojo, es un ejemplo del empleo de recursos naturales para la ciencia médica, ya que esta especie propia de la península de Yucatán es parte de una investigación que busca, a partir de la saliva de este molusco, ocupar sus moléculas como relajantes musculares o antiespasmódicos.
El estudio se centra en esa especie marina que, además de ser un producto acuícola en el Sureste del país, tiene características que podrían aliviar las contracciones involuntarias de los músculos en personas con estos males; es decir, aquellos espasmos o “calambres” causados generalmente por un mecanismo de reflejo en algunas zonas del organismo, como en las paredes del estómago, intestinos y vesícula biliar, entre otros.
De acuerdo con el doctor Sergio Rodríguez Morales, químico-farmacéutico de la Unidad de Química ubicada en el puerto de Sisal, Yucatán -perteneciente a la Facultad de Química de la UNAM- esta investigación busca identificar algunas propiedades del pulpo rojo a fin de lograr un fármaco que disminuya el dolor o tensión del músculo afectado.
El experto reconoció que poco se conocía sobre el mecanismo de alimentación del pulpo; por ello, llevó a cabo un estudio previo donde observó que esta especie marina captura a su presa (cangrejo) y le inyecta su saliva, la cual tiene dos funciones: paralizar y predigerir a sus víctimas.
Ese efecto de la saliva, señaló, ocurre debido a que esa secreción contiene proteínas, enzimas y aminas biogénicas (proteínas y aminoácidos) que tienen la función de inmovilizar e inactivar a la presa, entre ellas figura la octopamina, serotonina y algunos polipéptidos, los cuales se unen a diferentes receptores que están implicadas en la respuesta del dolor en humanos.
“Por tal motivo, se tornó indispensable contar con estudios en las glándulas salivales posteriores, órganos encargados de generar la saliva, las cuales se disectaron (operación anatómica) del pulpo, a fin de generar un extracto para ser evaluado de manera experimental en el modelo neurotóxico de cangrejo playero, y acelerar la separación de las moléculas responsables de la actividad”, expuso Rodríguez Morales.
Así, luego de aislarlas, las glándulas se trasladaron a un equipo llamado liofilizadora, que quitó el agua de los tejidos mediante temperatura y presión baja, para obtener el órgano en un estado seco, y posteriormente triturarlo; de manera tal que permitió mantener íntegras a las moléculas y proteínas presentes en la saliva, las cuales se reconstituyeron en solución salina.
El proceso, dijo, reveló la permanencia de los compuestos neurotóxicos principales, ya que al ser inyectados en el cangrejo, que fungió como especie experimental se presentaron las dos respuesta esperadas: neurotóxico y metabólico.
“Los resultados fueron impactantes, debido a que la actividad neurotóxica se separó de la actividad metabólica, y la parálisis del cangrejo se alcanzó en al menos 10 segundos”, mencionó.
El académico de la UNAM destacó que, a pesar de haber separado péptidos (moléculas) neurotóxicos en otras especies de pulpos, éstos presentan efectos adversos en el sistema nervioso central y el periférico; sin embargo, pueden utilizarse como herramientas farmacológicas, por ejemplo como activadores o inhibidores del receptor de taquiquinina, implicado en el dolor.
“Lo importante de esta investigación es separar y caracterizar los componentes que causan el efecto neurotóxico, y evaluar su posible aplicación antiespasmódica frente a las contracciones o calambres involuntarios de los músculos”, concluyó.
El trabajo que lleva a cabo la Unidad de Química-Sisal se encuentra en una primera etapa y los investigadores involucrados esperan presentar avances en el corto plazo. El proyecto cuenta con la colaboración de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y el apoyo financiero del Fondo Mixto del gobierno del Estado de Yucatán y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. (Agencia ID)


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